sábado, 10 de septiembre de 2011

Joven y puerco


Después de cada fin de semana, cuando paseo por el parque cercano a mi casa, me encuentro con el mismo espectáculo bochornoso y repugnante: botellas de todo tipo tiradas por el césped, masas amorfas de papel de aluminio, tarrinas de plástico, papeles, latas de cerveza, tetrabriks de vino súper-corriente, etcétera, etcétera; y todo ello, sin mencionar algún que otro condón y también (por qué no) la correspondiente compresa con que a veces me he topado en mi recorrido. Que yo recuerde (y afortunadamente aún tengo reminiscencias bastante nítidas de mi pasado), cuando era yo el que iba de botellón, se tomaba un helado o echaba un polvo en un descampado, jamás de los jamases se me ocurría tirar toda la porquería sobrante a pocos metros de donde había estado.

Y este hecho aún me llama más la atención cuando me percato de que en dicho parque y mezcladas con esta nutrida muestra de desechos y restos, existe un número suficiente de papeleras prestas y dispuestas para ser utilizadas. ¿Qué gusto puede haber en tirar todo esto al suelo que pisas, en lugar de hacerlo en una papelera que tienes a pocos metros de ti?  ¿Por qué el hecho de ser joven, adolescente y exuberante en energía y desparpajo, tiene que ser sinónimo de ser despreocupado, irresponsable y cerdo hasta la saciedad? (Con perdón para gorrinos, por cierto) ¿Qué tiene que ver el tocino con la velocidad? ¿Qué tiene que ver la juventud con la mugre? Pero lo peor de todo es que no paro de darle vueltas al asunto y llego a una conclusión aún más alarmante: detrás de todo fruto está su árbol; detrás de toda creación está su creador; detrás de todo joven… están sus padres, o al menos deberían estarlo.

Así que puede ser (y me temo que muy probablemente lo sea), que más de la mitad de las porquerías que estos chicos y chicas dejan cada fin de semana en el parque, haya que anotarlas en la correspondiente cuenta paterna y materna a partes iguales, por no haberse ocupado y preocupado de inculcarles respeto, modales, decoro y consideración para con su entorno y tantas y tantas cosas más. No vaya a ser que con el paso del tiempo,  cuando ya dejen de ser jóvenes (como de hecho ocurrirá aunque ahora ni se lo plantean), se encuentren con un vertedero por ciudad, cuyos cimientos se han encargado ellos de afianzar en primera persona, con la inestimable colaboración de sus acomodados padres en la pasividad y en la permisividad más insensata e injustificable.

Y así, con el efecto de la rueda demoledora del tiempo, quizás algunos sientan una fuerte repulsión hacia todo lo que les rodea, como consecuencia lógica de haber descubierto que en el fondo nunca han sido realmente unos cerdos. Y pese a que no se les puede eximir de toda culpa, también pueden argumentar en su defensa que los tocó ser los desafortunados vástagos de una generación de progenitores descuidados, ausentes, faltos de rigor y del gusto por transmitir buenos modales, respeto, educación y civismo al estilo más tradicional, antiguo y válido que se conoce. Por eso, no sé quién será peor: si el joven y puerco que ahora lanza con desgana una lata de cerveza al suelo, o el incompetente del padre que no le hizo tragarse el primer papel de caramelo que le vio tirar.

3 comentarios:

  1. Es una guerra perdida, si le preguntas al padre te dira que su hijo no fue, y ni se te ocurra discutirselo. Es mejor cerrar los ojos y mirar a otro lado. Es la generacion fruto de un total desinteres en la educacion, del total desprecio a la autoridad de los profesores o el valor del esfuerzo. El resultado de unos años en que un sueldo en la construccion derrivaba todas las puertas que la educacion o los estudios no conseguia abrir.
    Nos toca esperar la siguiente generacion

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  2. ... pues yo creo que no deberíamos cerrar los ojos, es la postura fácil del conformismo, aunque comprendo también que lo mismo que el joven puerco deja mierda a su alrededor también podría darte una puñalada trapera por recriminarle su aptitud, de todas formas este tipo de jóvenes están en una escala bien definida y que valora bastante poco lo que es una buena formación intelectual y social, este sería un debate que nunca tendría fin pero lo que sí se a ciencia cierta es que yo " no cierro mis ojos".

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  3. Desde mi punto de vista la culpa la tienen los padres. Estos son los hijos de los jovenes de los 80. Unos jovenes de los 80 que tenian libertad por primera vez, y confundieron esa libertad con libertinaje y un claro "todo vale " en cuanto a consumo de alchol, drogas y sexo facil. Esa generacion que repudio los valores de sus padres, son los que hoy nos han regalado estos "hijos de ..."

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