domingo, 9 de octubre de 2011

¿Y tú? ¿Por qué no te ríes?


Cada vez que paso un tiempo paseando por algunas de las ciudades que visito y mantengo la costumbre de mirar a la gente a la cara, suele pasar un buen rato hasta que consigo “cambiar el chip” y darme cuenta que esto no se estila en las grandes urbes. Hay que caminar con paso diligente, mirando al frente, ceño fruncido y que denote entre estreñimiento y enfado, sin saber en qué proporción. Y la verdad es que ni acabo de entender del todo el motivo, ni consigo hacerlo bien por muy ensimismado que trate de mostrarme.

Y tal es así, que no hace mucho me ocurrió algo muy especial mientras tomaba un pausado desayuno en un rincón del Madrid más antiguo. Se me acercó una señora de forma educada pero con cierta premura y me pidió orientación sobre una plaza cercana. Creo que mi pose relajada, mi media sonrisa, mi interés por ser un mero observador  y mi desconexión del ritmo de enjambre permanente que se respiraba a mi alrededor, hizo que esta buena mujer pensara que encontraría en mí a un auténtico y castizo madrileño, perfectamente conocedor de la zona (¡craso error!, porque creo que incluso la dirigí mal, a pesar de mi espontánea y firme respuesta).

Pero la cuestión es que no paro de darle vueltas al asunto y cada vez caigo más en la cuenta de que el ser humano, el mundo, la sociedad o lo que se le quiera llamar, está cada vez más enfadado consigo mismo. Y repito que no entiendo el por qué. Una de las características físicas que diferencia más categóricamente a un ser humano de cualquier otro animal es, precisamente, la sonrisa. Y entonces ¿por qué cada vez sonreímos menos? Creo que puede ser porque constantemente nos están repitiendo que hay que vivir ocupados, que debemos tener problemas, compromisos, hipotecas, letras… lo que sea, con tal de que nuestra cabeza esté justamente en cualquier sitio (que por cierto pase por consumir, consumir y consumir), menos en disfrutar con un chiste, una broma, una sonrisa o una buena carcajada.

No estoy diciendo que los problemas se vayan a solucionar de manera inmediata si le ponemos un poco de sentido del humor al asunto, pero sí me estoy refiriendo a que haciendo un leve esfuerzo, quizás todo podría perder algo de presión y de tensión por algunos instantes y ésto, en el peor de los casos, no hace mal a nadie.  Creo que a todos nos toca vivir nuestra propia vida, pero también pienso que ha habido en el pasado muchísimos momentos peores en los que mis antepasados (y los tuyos, por cierto) tuvieron que vérselas con circunstancias mucho más indeseables que las actuales, porque más me llama a mí la atención la crisis emocional que está sufriendo el “mundo civilizado”, que la debacle económica y financiera.

Y es que creo que dicho “mundo” se está dando cuenta de que no hay forma de ser felices por mucho que cambiemos de coche, de televisión, de ropa, de perfume… ¡o de vivienda! Porque mientras no seamos capaces de saludar con una sonrisa, de mirar a la gente a la cara, de dar los buenos días a un desconocido, o simplemente de soltar una espontánea carcajada ante una sencilla anécdota (ya sea propia o extraña), estaremos siendo unos eternos portadores de la insatisfacción, del fastidio, del cabreo permanente con todo y con todos  y en definitiva, unos modelos del  “mal rollo” continuo. Y a decir verdad, tengo que pensar otra vez en aquella buena comparación de si fue antes el huevo o la gallina. Porque no sé si estamos tan enfadados porque nos va mal, o quizás ocurra que nos va mal por estar tan enfadados…

2 comentarios:

  1. La sonrisa es el camino mas corto entre dos personas.

    ResponderEliminar
  2. Hay gente tan "culta" que ha olvidado la educación, nuestros padres y abuelos con solo darse la mano era un contrato más firme que si fuese ante notario, la degradación social ha llegado a tal extremo que ya no estamos contentos ni con nosotros mismos. Por eso, creo, que no reímos. Aunque siempre hay gente como tu Jesús, que años ha que te conozco y siempre con la sonrisa en los labios. Sigue así, eres único e irrepetible, lástima que no cunda tu ejemplo, porque contigo siempre hay ganas de hablar y uno no se cansa, con otros nunca hay ganas de hablar y siempre "tengo prisa".

    ResponderEliminar